domingo, 4 de enero de 2009

Empiezo a creer que el principal próposito de los "polícias" dentro de los museos es el de impedir la concentración de los visitantes. Algunos , perfectamente conscientes de ello, se empeñan en cumplir su misión con acosadoras miradas paranóicas y con esos pequeños pasitos apresurados cada que alguien hace un movimiento en falso, otros, más inocentes, solo estorban la vista con sus cabeceos.
Pero hay que tener en cuenta que no solo ellos impiden la concentración, no, claro que no, pues a su lado están los secumberris a los que sus maestras forzan a tomar apuntes (no importa qué tipo de exposición sea la impuesta, están obligados a copiar hasta las fichas de los cuadros) , y los niños a los que sus papás les quieren meter "cultura" hasta por las narices, o simplemente no tuvieron donde dejarlos. Ahh, y hay que darle su lugar a las señoras que insisten en demostrar su vasto conocimiento dándo una explicación o referencia exacta para cada pieza.

En fin, a pesar de tantos impedimentos, algunas exposiciones logran sobreponerse y se imponen ante el barullo. Es raro encontrarlas, pero existen, y una se presenta justo ahora en el Munal. Tras varias recomendaciones confiables, me decidí a ver la exposición "La invención de lo cotidiano", y definitivamente valió la pena.
Después de mis dudas sobre si en este mundo tan agitado había tiempo para el arte, esta exposición vino a recordarme que el arte mismo se hace tiempo cuando crea esa realidad alterna en la que el tiempo sobra, en la que no significa nada, en la que todo el mundo se calla -- no hay polícias, ni secunberris, niños ni señoras-- y lo único que queda es un diálogo mudo y profundo entre esa parte abstraída de la "realidad" que se convierte en otra distinta y nueva, y esa parte del individuo que la obra despierta y con ello, sin lugar a dudas, aprende a ver una brecha en la realidad que nunca olvida.

2 comentarios:

atila dijo...

Hasta me dieron ganas de ir a ver la exposición. No es lo mismo una recomendación confiable, creo yo, que una orden como las que uno tiene quedar cuando ocupa un puesto de autoridad. Por otra parte, supongo que para quienes estamos más o menos al tanto de las complicaciones de eso que llamamos arte, lo cotidiano es una "invención". Pero para mi jefa, el plomero, etc, no lo es...not at all.

atila dijo...

Otra cosa, te acuerdas del papelito que me dio mi amiga en la biblioteca, todavía lo conservo...la pura intersubjetividad;)