sábado, 27 de diciembre de 2008

Todos los días me levanto y voy al trabajo y voy a la escuela y cumplo con mis obligaciones, limpio mi casa, compro comida, saco a mi perro. Creí que estudiando algo que no fuera "tan aceptado dentro del mainstream", una de esas profesiones de "raros", "hippiosos", """"artistas"""", tal vez, podría quedar fuera de "lo normal" seguir siendo un poco "rebelde", un poco """"artista""". Jajajajaja, trabajo y me arreglo para el trabajo, y no tengo tiempo para nada, y corro y corro como todos, regalo cosas en navidad y uso tacones. Pago la renta y tengo ahorros, sufro dolores de cabeza y padezco de estréss (o como sea que se escriba). Pero sufro fuertes depresiones y odio comer, mis alumnos me dicen maestra "hippy ó emo ó gótica" (según qué me ponga). Mi mamá se desespera porque todo se me olvida y se sorprende porque no lavo ropa con la frecuencia que debería. Hacen caras cada que se enteran en qué gasto mis ahorros y no entienden que no quiera aprender a manejar. No les gusta que no avanzo en mi carrera y pierdo el tiempo leyendo o estudiando alemán.
No estoy bien ni en un lado ni en otro. Lo peor, no me atrevo a dejarme en uno de ellos y olvidar el otro de una vez.
Ya no creo que sea posible estar en dos lugares al mismo tiempo, o se está en uno o se está en otro. Poco a poco uno te absorbe más que el otro, no te deja pensar, no te deja sentir. No se puede correr y al mismo tiempo caminar.
Cómo he tratado de engañarme, cómo me he quedado en medio de todo, cómo estoy varada ahora.

martes, 23 de diciembre de 2008

No había podido abrir mi blog por un tiempo, por no sé qué de la contraseña. Ahora que puedo, de algún modo tiene poco sentido seguir escribiendo, en fin, no es lo único que tiene menos sentido ahora.
Dios había metido su dedo en la red de mis nervios, y , discretamente, al pasar, había embrollado un poco los hilos. Dios había retirado su dedo y en él habían quedado fibras y finas raicillas arrancadas a los hilos de mis nervios. Y en el sitio tocado por su dedo, que era el dedo de Dios, había un agujero abierto; en mi cerebro, una herida hecha por el paso de su dedo. Pero después que Dios me tocó con el dedo de su mano me dejó tranquilo y no volvió a tocarme, ni permitió que me sucediera ningún mal. Me dejó ir en paz; pero me dejó ir con el agujero abierto. Y ningún mal me ocurrió por la voluntad de Dios que es el Señor de toda Eternidad...

Hamsun Knut. Hunger.