Cuando tenía seis años soñaba que, tal como le pasó a Marcelino pan y vino, Jesús bajaría un día de la cruz y me tomaría en sus brazos, entonces toda la angustia, el miedo por fin terminarían.
Hoy tengo veintisiete, aún no ha sucedido, y lo que es peor, la esperanza de que algún día suceda ha muerto.
Todos los días despierto, me levanto cada vez con más dificultad y sigo adelante, a veces creo que por inercia, otras por resignación.
Para los optimistas y los suicidas debe ser más sencillo, ya eligieron... pero para los indecisos, los temerosos, los quejumbrosos, la cosa es lenta y sin salida.
¿Quién dice que PROMETEO es mitología?
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